lunes, 1 de octubre de 2018

Pasó, Pasa, Pasará (3)


Terminé mi selección en el parque y regresé al metro, hora de comer, fui a un restaurante en el punto medio de la línea del metro. Allí continué trabajando, seleccionando y fichando,  bien, bien, si continuaba con esta racha, quizá lograría mi objetivo.

Cualquiera no era apto para ser seleccionado, no para cumplir las demandas, el ok, no llegaba siempre, no siempre daba tiempo a ficharla, son muchos datos para manejar en un momento, en unas pantallas tan pequeñas en las gafas y en el móvil. Los ojos me escocían tras largas horas trabajando. Me agotaba, pero pasada la hora de comer, de vuelta al metro, mientras regresaba a la central, para terminar de fichar y comprobar mis resultados, me instigaba a tratar de lograr mi objetivo fuese como fuese. Son ellos o eras tú. Adelante, adelante.

No volví a encontrarme a nadie del sector. Al terminar mi jornada, salí del metro en la parada correspondiente. En las afueras de la ciudad donde resido, hay un gran almacén que parece estar en perpetuo alquiler. Pero que era evidente que estaba fuertemente vigilado, custodiado y protegido. Al llegar a la puerta principal del gran bloque cuadrado metálico y gris, de numerosas puertas, ventanas y pasillos con sus despachos y almacenes, un escáner de retina me permite entrar. Por fin puedo quitarme las gafas y echarme las gotas en el baño para restaurar mi vista cansada y agotada.

Después fui al recibidor, dejé mis datos y mis gafas a la administrativa. No dijimos nada ni intercambiamos palabras amables, sonrisas, ni educadas o forzadas, cada una fue dueña de su propio silencio. Una gozada.

Después de fichar, me dirijo hacia afuera, pero entonces, la misma mujer, de mediana edad, asiática y aspecto formal en vestimenta y apariencia, me dirige unas palabras.
-Ve al piso de arriba, sala 34, para una entrevista.

Por fin mi gran momento había llegado, pensé.

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