-Bien pues, que gane el mejor- añadí pensando en que por supuesto iba a
ganar yo.
Veamos, para
seleccionar a alguien, primero tenemos que mirar que demandas hay en el
mercado, eso aparece en una ventana emergente en mis gafas, con un resumen del
top de los perfiles más demandados. Luego examinas a las personas que están a
tu alrededor, sacas y envías una foto al dispositivo y te sale su ficha, si es
lo que necesitas, mandas un aviso. Hoy en día, además, con la app del móvil estamos
conectados a la central y enseguida recibimos el ok, como nuestras gafas tienen un dispositivo de localización, se manda una indicación de su ubicación para mandar al equipo. Yo me olvido, ellos
hacen el resto, yo cobro mi comisión a final de mes cuando esta todo tramitado.
Si consigo un record de ventas de este mes, podré tener lo suficiente para
comprarme una casa y dejar el alquiler. Por no olvidar que me sumará puntos
para lograr el puesto de supervisor.
Examiné uno por uno a las personas de mi alrededor, sin
prestar atención a mi competidor de al lado. Luego en cada parada examino los
andenes, y ahí consigo fichar a varios prometedores productos. Era tan
emocionante, tan divertido, cada selección, cada fichaje, incrementaba mi
ánimo, mi bolsillo y posibilidades. Este trabajo me resultaba muy gratificante.
No quieres seguir
leyendo, oh, vaya, querido o querida lector lectora, eres tan inocente, tan
cerrada o cerrado de mente, tan hipócrita, me vas a decir que has llevado una
vida ejemplar, que eres empático con todos los seres de este mundo, que te
preocupas por ellos, que en realidad no has odiado a nadie, o, me vas a decir
que no has sentido las ganas de hacer daño a otros, venga, miénteme si quieres,
tu yo interno sabe de lo que hablo. Ese escozor en tu conciencia me dice que
no. Yo solo soy lo que el sistema ha creado. Yo antes no era así.
Ahí estaba, otra persona para la sustracción y venta. Otra
más, otra más…
Estudié mucho, mis
padres se mataron a trabajar para darme lo mejor, pero el sistema, el engranaje
de nuestra amada sociedad es brutal, la naturaleza es brutal, cualquiera muere,
sufre, eres un punto invisible, que cuando se vuelve visible es solo para ser
una fruta, un árbol del que todo quiere alimentarse, aplastar y pudrir. Una vez
saciados o que no quede nada de ti, se alejarán y te dejarán tirado, recogiendo
los restos de tu miseria, de lo que fue tu corazón, sueños, esperanzas, deseos
y fuerza. No quedará nada de ti. Y aun así escucharás como debes preocuparte
por los menos afortunados que tú. ¿Y las injusticias cometidas contra tu
persona? ¿Quién se ocupará de ellas? ¿Nadie, porque a nadie le importa? Lo que ves es hipocresía, la misma que
intentan que tu sientas. Solo hay intereses que luchan entre sí. Gente ávida de
supervivencia y supremacía. Este es
nuestro mundo. Yo, estuve desesperada,
sin trabajo, sin casa, sin familia, sin nada, viendo como unos subían y otros
bajaban, otros se rendían y morían, a nadie le importa de verdad, a nadie le
importas de verdad, solo queda lo que eres capaz de hacer, de realizar por tu
cuenta. Ahí, me dieron una oportunidad y la cogí. Aunque estoy en los más bajo
de la cadena, voy a trepar, sí. Voy a llegar hasta arriba para ser intocable.
Llego a la última parada, me bajo, me voy al parque que hay
justo enfrente nada más salir. Salen los niños, niñas, adolescentes, los universitarios, a media mañana al recreo del
colegio y de la universidad que está al lado, ambos edificios que está más al fondo. Perfecto. Calculo edades entre 17 y 20 pico. Los examino y
marco algunos como objetivos. Perfecto, sigamos.
No me juzgues desde
donde quiera que leas estas líneas, me da igual las vidas que he fichado, dirás
que no empatizas conmigo, que esta historia no va contigo, odiarás a quien ha
escrito esto. Ajá, mírate en el espejo, espera a que no nos encontremos en el
algún lugar y no seas tú mi objetivo.¿ Oh, me dirás que esto es demasiado para
asumirlo?
Dona, no era mi verdadero nombre, pero significaba maldad. Eso
es lo que era. Un dolor, que se transformó en ira, una ira que quebró mi
bondad, mi empatía y mi energía. Ahora la energía que me recorría era la maldad, mi motivación, mi fuente de inspiración. Es otra la que fluía por mis venas, un
despertar que me hizo ser mejor, más apta para la supervivencia. Las buenas personas
muertas, no servían. No aportaban nada. No en este mundo, cruel y brutal.
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