lunes, 29 de mayo de 2017

Alma Azul(6)

***

-¿Ghost, dónde estás? - Gritó al teléfono muy asustada casi sin poder contener más el llanto.


- Haley, cielo, no te preocupes. Estoy bien- no estaba bien. La voz de Ghost era forzada. Le conocía demasiado bien como para saber que la situación era extremadamente complicada.

-Ghost. No tiene gracia. Eres un idiota. Me dijiste que todo iría bien.
-Estarás bien. Ahora que estás ahí, se que estarás bien. Eres mi cielo estrellado. Eres mi vida más allá de todo. Eres mi tonta torpe.
-No me hables así. Me estas asustando- Se quejó Haley aún más asustada.
-Cuida de él- Susurró de repente por lo bajo mientras escuchaba sonidos de pelea de fondo.
-No. Ghost. Por favor. No me dejes- Haley intuía lo que iba a suceder. La había citado allí para salvarla. Maldito inconsciente.
-Te amo cielo- le confesó por primera vez desde que se habían conocido.
-No me cuelgues. Me prometiste que estaríamos juntos. Me prome...- se escuchó una explosión y la señal se cortó.

***

El grito de desesperación y tristeza que Azur imaginó que había lanzado Haley al cortarse la señal, lo replicó él mismo con un gran golpe en la mesa. No podía seguir leyendo. Dejó la libreta y miró hacia la la puerta. No tenía recuerdos, no sabía donde estaba, no sabía cuanto tiempo había pasado. No tenía nada que hacer. Se levantó y fue hacia la puerta. Estaba sellada y cerrada. Buscó. Había alimentos suficientes para resistir mucho tiempo. Volvió a sentarse. Respiró, tratando de replicar aquella serenidad que Enid le había proporcionado aquellos cuatro días con solo verla, con solo estar con ella y hablar de forma distendida. Decidió abrir el libreto y seguir leyendo. Abrió una página al azar. ¿Por qué estaba escrito en tercera persona? ¿De quién era aquel diario? Miro la primera pagina tras la portada. Ejercicio de memoria de E.H. 

***

Haley estaba nerviosa. Había pasado toda su vida en centros de tratamiento para la inserción social. Sin embargo, nunca había sido capaz de superar los test para ser socialmente apta. El 99% de la población mundial se adaptaba a los fármacos y vivía una vida plena y efectiva. Los de arriba lo supervisaban y los cuidaban. ¿Por qué ella debía ser una inadaptada? Después de tantos años tratando de dejarse influenciar por el fármaco, al ser casi mayor de edad, solo tenía dos opciones. Entrar en el programa militar o entrar en el programa de donación de órganos. Había decidido utilizar la primera opción, como el 0.1% de los inadaptados. 

No llevaba nada. El complejo estaba cerca de un pueblo, lleno de adultos que habían superado el programa y vivían allí el tiempo que no estaban en activo. Los adultos del programa, los que habían pasado el periodo de prueba, eran leales a los de arriba y cuidaban de los de abajo. Ellos eran los perros guardianes. Los inadaptados que podían ser útiles. 

El complejo se abrió. Unos hombres adultos y uniformados del programa la acompañaron dentro. Bajaron desde el hangar hasta el subsuelo en el ascensor con la llave. El complejo tenía de todo. Como las instalaciones de donde venían. Una parecía un hospital médico, aquello unas instalaciones militares. Nada personal. Todo monótono y serio. El único que no lo parecía era aquel chico. Entre todos los que entrenaban en la clase que ya había comenzado, estaba aquel chico que resaltaba por encima de todos. Al parecer, según uno de los adultos era su instructor.  Al verla entrar sonrió. Dejó de entrenar y la reunió con los demás pupilos. Haley ni siquiera los miró. Dos chicas y tres chicos. Una rubia, otra morena, delgadas y guapas. Dos morenos y uno rubio, fuertes de estaturas parecidas y hombres adultos desarrollados. Nada más ponerse en parejas, el chico que le tocó, el rubio, le dio un fuerte empujón y ella calló al suelo. Cuando fue a golpearla, el instructor se interpuso y este con una encantadora sonrisa la ayudó a levantarse. 

-Bien, mi pequeña tonta torpe. Empecemos con el entrenamiento- Ella le devolvió la sonrisa. Se le hizo raro ya que creía que era la primera vez que había sonreído de verdad. Iba a demostrarle ella que no era ni tonta ni torpe. 


***

Azur se sonrió al leer los primeros días de inserción de Haley en la academia. Le recordaba a sus inicios. Cuando había entrado confuso y preocupado porque le habían dicho que su hermano había desaparecido en el programa. Haley lo había pasado tan mal como él. Pero al igual que él, había encontrado una persona que lo había ayudado a sobrevivir. Incluso a querer luchar contra lo establecido. ¿Enid, dónde estaba? No podía hacer nada. Solo podía esperar. Esperar y leer. 

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