martes, 2 de mayo de 2017

Alma Azul (2)

Martes

La brisa que entra a través de la ventana es agradable, refrescante. Un calmante natural para el embotamiento y dolor de cabeza. Ha sido un día duro. Menos mal que estaba por acabar. Solo debía pasar por aquel maldito infierno. Aquella maldita sesión. Intenta recostarse en el diván. Buscando tranquilidad en el tacto rugoso del material artificial y frío. La puerta se abre y aparece una persona.

No es la persona de costumbre. Es una mujer, de la edad de su hermano mayor. Por lo que se llevarían, hipotéticamente, unos poco años de diferencia. Por alguna razón, se parece a él. Pelo corto de chico peinado hacia un lado, negro, con unos toques azules en las puntas a juego de sus ojos. Su cara, redonda y ligeramente mas pálida que la de su hermano. Estatura parecida. Su delgadez y su escaso pecho le dan un aire masculino. Sonríe algo despistada y nerviosa quizá. Viste formal. Pantalón oscuro, zapatos oscuros y cómodos de poca suela. Camisa blanca y chaqueta a juego del pantalón. 

Se sienta frente a él cogiendo la silla y dejando de lado la gran mesa. Deja la chaqueta en el respaldo de la silla sin mucha preocupación.
-Hola. Mi nombre es Enid. Tú debes de ser Azur- Voz femenina, grave que invita a la calma y la confianza. Parece una chica llena de vitalidad y energía. 
-Ummm- asiente esquivo, mientras intenta indagar que clase de persona es, que ha venido hacer allí y que intenciones oculta. La chica continua sonriendo, no tiene libreta, ni nada para apuntar. 
-No me gusta que se acerquen tanto. El otro se quedaba allí, detrás de la mesa- Enid asiente lentamente sin achantarse y contagiándolo con esa sonrisa amable y algo pícara. 
-Tranquilo. Ahora me encargaré de ser tu tutora. Mi predecesor ha pedido un traslado temporal. Aunque no entiendo porque lo ha hecho ahora y no el año pasado. En fin. Cosas que pasan- 
-Eres algo parlanchina, normalmente, yo tengo que hablar y tú preguntar, escuchar y anotar. 
-¿Quieres hablar? ¿Quieres proceder así las sesiones?

Azur lo medita un rato. Nunca le habían preguntado lo que quería. Ella levanta las manos como lo haría alguien que pretende rendirse. Mientras Azur contesta a la pregunta en silencio con la cabeza, ella busca sus manos que se sujetan agarrotadas en el diván. Entonces, nota como se las coge, entrelaza sus dedos. Se coloca recta en la silla y cierra los ojos. 
-Respira conmigo Azur- Azur se recoloca sentado frente a ella sentado en el diván. Pone especial atención a como lo hace y empieza a imitarla. Entre la corriente que entra por la ventana, sus manos frías que restan calor a las suyas, su invitación a la confianza con su mera presencia y el ansiado silencio, Azur logra por una vez que la cabeza deje de estar embotada, deja de sentirse irritado. 

Al cabo de un largo rato, que se le antoja breve y agradable, Enid, sin abrir los ojos, ni modificar en nada su lenguaje corporal, le pregunta.
-¿Cómo te sientes?- Azur con una sonrisa en los labios contesta sin pensar.
-En paz- Enid abre los ojos, le retira las manos y coloca la silla de nuevo en su sitio. 
-¿Hemos terminado?- pregunta incrédulo Azur.
-Claro. Hasta mañana Azur. Un placer conocerte- Le invita a marcharse con una tranquilidad y satisfacción que dejan a Azur fuera de juego. Por una vez, desea que llegue mañana para la sesión. 

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