viernes, 8 de febrero de 2019

Pasó , Pasa, Pasará (30) FINAL

Frente a mi habitación, junto a la puerta, con una pequeña maleta de mano oscura apoyada contra la pared. Ahí estaba. Firme y quieto.

Era un hombre muy apuesto, delgado, atlético, ojos verdes, moreno y cabello corto, sedoso, alto, facciones muy proporcionadas y simétricas. Köle.

Le reconocí enseguida, para mi profundo alivio, no llevaba la marca tatuada muy característica, con el símbolo de la esclavitud. Nada de esas tres argollas encadenadas entre sí y en el centro la inicial del nombre de aquella empresa. El cuello, limpio y despejado, sin nada.

Me sonreía como si hubiésemos pasado mucho tiempo sin vernos, como quien te echa de menos, aún así estaba diferente, libre, también me alivió, pero por supuesto mi reacción natural tenía que ser la siguiente.

- Me he vuelto loca. Tú no eres real. Solo has estado en mi imaginación, todo el tiempo - él, Köle, mi Köle, tan apuesto, tan genial, tan perfecto, estaba ahí, acercándose lentamente con esa melódica risa de pícaro, cogió mi mano lentamente y me la colocó sobre su rostro. Para poder tocarle, para poder ver lo real que era.

Sin poder evitarlo, sin poder razonar que había un extraño en mi casa, que había entrado sin forzar la puerta de mi casa, le abracé y le dije.

-Has tardado mucho, te he echado de menos idiota. Si me llegas a decir que venías, habría limpiado esta pocilga - estaba llorando de felicidad.
-Entonces no serías tú, pequeño desastre - me susurró con calma y gran cariño.
-No le hables así a tu ama - le solté sin poder decirlo en serio.
-Sabes que te encanta  que sea así contigo - me recordó con mimo y simpatía.
-No, no lo sé. No entiendo que haces aquí - traté de rehusar, él parecía confuso por mi reticencia. Se armó de valor y me expuso la siguiente explicación.
-Existir para ti. Después de dominar el mundo, te aburriste enseguida, así que creaste un clon tuyo, lo colocaste a su suerte en el mundo y me rejuveneciste con alta tecnología para ir a cuidar de ti. Después de liberar el mundo, te suicidaste. Así que ahora, tienes dos opciones, aceptar que estoy aquí y echarme de tu vida, o aceptarme en ella. Tu imaginación son restos de tu otro yo. Restos que quedaron de su memoria. Pero más importante que eso, es que, me dejes quedarme contigo para siempre, mi ama. Haré lo que me pidas. Tanto si me echas de nuevo como si no. - Tras decirme esto me besó tal y como recordaba o había imaginado cada día.

Le susurré unas palabras a su oído como respuesta. Sonrió de dicha al escucharme.
 ¿Qué habrías hecho tú en mi lugar? 

*Fin*

2 comentarios:

  1. Un buen capítulo.

    Un abrazo.

    https://milirio.blogspot.com/

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días.

      Muchas gracias por tu comentario, y por dejar aquí el blog. Besos.

      Eliminar