Por lo que la partida ya estaba perdida desde que habíamos empezado a "competir".
Tras la aplastante derrota esa jornada, pues ya casi a la hora de marchar, me anunció con gran placer que me había superado, decidí marcharme sin mirar atrás, hastiada y sin decir nada a nadie.
Otra jornada asquerosamente aburrida, estresante y buena para nada con un sueldo del todo insuficiente.
En fín. Esta noche iba a ser diferente, esta noche me había ganado un premio para superar mi derrota.
Así que nada más salir del edificio, me dirigí al metro y derecha hasta mi restaurante favorito, porque esa noche decidí que me daría una gran cena. " Quien no trabaja no come", al menos, ese era el lema de mi familia. Y yo ese día aunque sin ascenso, había trabajado lo suficiente como para no querer ir a casa y cocinar.
Una vez en el restaurante de comida francesa, me deleité con su decorada fachada, normalito, decorado con la moda más actual. A pesar de ir muy sencilla en cuanto a vestuario. Apenas había gente.Enseguida estaba disfrutando de una cena tranquila, en un rincón privilegiado y casi privado. La casa me invitó a vino del bueno, no sé que de aniversario del restaurante, que me supo a gloria. Todo era perfecto y me sentía en la cima del mundo, después de haber estado en el infierno.
-Por tí mamonazo, gracias por el ascenso - brindé a la salud de mi compañero, que seguramente me mandaría a partir de mañana.
Después de un exquisito bisque de camarones, un sublime pato glaseado y un peligrosamente delicioso soufflé de chocolate, decidí irme satisfecha tras pagar la cuenta, hacia mi hogar.
Pero al llegar a casa, ahí estaba. La vecina de enfrente, salió y me dijo, asustada, que lleva todo el día esperando, que estaba a punto de llamar a la policía. Yo le dije que no se apurase, que ya lo esperaba, lo que me faltaba, otro robo en mi casa.
Ella pareció tranquilizarse, como si esa reacción le solucionase la vida y mientras veía como abría la puerta, que para mi sorpresa no estaba forzada y entraba en mi casa, ella se retiraba de nuevo a la seguridad de la suya. "Estúpida cotilla entrometida". Pensé para mí.
Sin embargo, al mirar dentro, entrar y cerrar la puerta, no había habido ningún robo. Me extrañé. Miré a todos los lados y repente, casi como una aparición, lo vi. Dejándome alucinada. Yo no le conocía, jamás le había visto, y sin embargo, había fantaseado con esa historia, ese hombre, toda mi vida desde que era una niña.
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