domingo, 17 de mayo de 2015

Árbol de navidad



Principios de diciembre y ya comienzo a ver mi casa, como cada año por estas fechas se inunda de luz, yo incluso estoy lleno de esas luces. Y como siempre colocado en la misma esquina de siempre. Comienzo a ver la ilusión de todos los años con la que me mira la niña siempre que se lava los dientes. ¡Vaya! Cualquiera diría que ha pasado un año, ha crecido un montón.
Parece que este año han ido otra vez a visitar a los reyes magos, no sé donde irán, pero la niña siempre trae una bolsa enorme de dulces.  Puedo notar que está nerviosa, incluso sus padres también lo están.  Se nota que ya es navidad, y que hoy, por fin, llegan los reyes magos.
Yo no he estado presente durante todo el año, pero estoy seguro de que a esta niña no le traerán carbón, aunque… ¿A qué niño le traen carbón? Yo conozco a los magos, y son muy agradables. No creo que ellos dejen carbón a nadie, no como ese tal Olentzero que trabaja con el carbón. Una vez ya vino aquí por equivocación, y le tuve que echar yo ¡Quería dejarle carbón a la niña!
Ella no deja de correr de un lado para otro con unos zapatos en la mano, no sé qué quiere hacer con ellos, pero parece que la madre ya la va a meter a la cama. Le da un beso, parece muy tranquila, aunque estoy seguro de que por dentro está muy nerviosa.
La pregunta más repetida por ella a sus padres es: ¿Y cómo conseguirán entrar a casa? Desde que me montaron la he escuchado unas 4 veces ya. Pobre ingenua que cree que entran con una llave maestra. Me gustaría poder decirle que tienen varitas mágicas, como si fueran huesudas, y para abrir las puertas solo tienen que decir “alohomora” o algo así… dejan los regalos, y se marchan.
He estado escuchando que para el año que viene le contaran “la gran verdad”  pero yo no sé a qué gran verdad hacen referencia. ¿Acaso todo lo que nos cuentan de la navidad es mentira? No, imposible.

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