viernes, 12 de octubre de 2018

Pasó, pasa, pasará (6)

Tras cerrar la puerta, el chico, de mi edad, estipulé, permaneció como un mueble similar a un perchero, quieto tras la puerta. Sin decir palabra, sin mirarme.

Nunca había tratado con los sujetos-objetos. Nunca los había visto y nunca había sabido realmente como funcionaban. Empecé por soltar lo más cortés que se me ocurrió.

-¿Te envía la empresa?- él asintió totalmente firme como un muñeco, soldado o similar.

Resignada, me coloqué las gafas, entrando en el sistema, en mi correo, donde encontré un email de mi superior aclarándome que, refiriéndose al sujeto con un código de barras largo, era mío, como regalo de empresa y que dispusiese de él como gustase. Nada más. Adjuntaba una serie de documentaciones e indicaba que en su maleta tenía cosas útiles, que mi nueva adquisición necesitaría para pasar por alguien normal y no tener problemas legales.

Me quité las gafas y lo examiné todo. El chico no se movió para nada. Mirando a la nada. Como un mueble más. Admito que esa situación me ponía algo nerviosa. No deseaba vivir con nadie, no deseaba tener compañía ni tener relación con nada de la empresa fuera de ella.

Sin embargo, bien podía ser una prueba. Algo que debiese afrontar y debía aceptarlo, para mi fastidio.

- Me presento. Soy en sujeto-objeto 5/789378/563421. Estoy asignado a usted por la empresa para lo que necesite, precise, ordene o estipule. He sido mejorado, debo advertirle de que dispone de un manual en su dispositivo y otro en mi maletín. Aunque lo más importante ahora, en primer término, es que debe eliminar el sello de la empresa y elegir un sello que me identifique de su propiedad manteniendo el símbolo de la argolla. Puede colocarme el sello donde crea conveniente.

El susurro de voz firme y casi gutural me dejó algo confusa. La voz era agradable. Supuse, que habían elegido el sujeto-objeto adecuado a mis necesidades y gustos.

Saqué un lápiz digital de su maleta. También, como él había indicado, había un manual de instrucciones. Una ropa de repuesto, seguramente debería comprarle más accesorios. Una cartera.

Deberá revisar todo, pero estaba cansada, algo ebria por el vino y necesitaba descansar.

-¿Te han puesto al tanto de mi historial?- le pregunté algo irritada.
-En efecto, estoy listo para que me configure y me programe cuando guste. Iré aprendiendo sobre usted para adaptarme, si no desea establecer una configuración personalizada ahora. 

Decidí terminar con aquello de una vez, pasando el lápiz digital borré el sello de la empresa y me dispuse a poner el mío en su mano izquierda. Escribí y dibuje las tres argollas y en el centro de la argolla central, una D y un círculo alrededor. Sencillo. Práctico.

-Mi nombre está en mi identificación, pero puede cambiarlo cuando desee. -

Guardando el lápiz digital, cogí la cartera y la abrí. En efecto, hay estaba su identificación. Un nombre corriente. Mark Miller Smith. No se lo habían pensando mucho, pensé.

-Aghh... pues...- entonces, recordé algo que mi padre solía decir. "Uno es esclavo de su propia vida y su propio destino" o algo así. Pero mi padre, siempre decía una palabra en otro idioma. Aquella palabra, que tanto me gustaba. Ese sería su sobrenombre.
- Tu nombre. Köle. El oficial lo usarás en público.
-Como guste ama - susurró mi nueva adquisición sin moverse aún de donde estaba ni mirarme a los ojos.
-Trátame de tú, pero jamás me faltes al respeto, ni suenes ordinario. Neutro. Llámame Dona en público. En privado, pues... también. Agh, estoy cansada. Mañana revisaré todo. A partir de ahora, serás mi sombra, mi protector, mi asistente, mi segundo. Además te encargarás de la casa, de las gestiones, serás insobornable, quiero lealtad absoluta hacía mí. Quiero que te cuides, te mantengas en forma, te mantengas. Si te preguntan, eres un pariente que me han pedido que acoja temporalmente. De momento, dormirás en el sofá, pero como este piso se va a quedar pequeño, y me gusta tener mi espacio, gracias al ascenso, buscaremos otro sitio. Voy a dormir. No me molestes a menos que sea una emergencia o haya un motivo. Mañana te daré más instrucciones. ¿Entendido?

Tras soltar todo el discurso me dirigí hacia mi cuarto. Me dí la vuelta un segundo, insegura, pero vi que se movía con rapidez para tumbarse en el sofá.
-Sí, Dona. Buenas noches.
-Buenas noches Köle.

Cerré la puerta de mi cuarto y me cambié enseguida, necesitaba aquella sensación placentera de coger el sueño y apartarme del mundo real por unas horas.

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