martes, 27 de junio de 2017

Alma Azul final(10)

La isla de arriba, donde los poderosos gobernaban, era similar a la tierra. Era una ciudad flotante artificial pero tenía rincones naturales, casas confortables, zonas al aire libre, era como el paraíso celestial. Nadie debía sufrir allí. Curiosamente para ellos, aquel lugar, al igual que abajo, también estaba sometido a fuertes controles de seguridad. Para regocijo de Azur, llegar fue fácil, encontró a sus camaradas, que ya recordaba, en buen estado. La misión era sencilla, ir a casa del gobernador, asesinarlo y coger los códigos de acceso. Ir a la terminal y desconectarlo todo. Así el control sobre los de abajo se rompería y la ficticia forma de vida pacífica y controlada se rompería. Dejando paso a la libertad.

Azur decidió que serían ellos quienes asesinarían al gobernador y Enid se llevaría los códigos para encargarse de que la misión. Así pues, aquella misma noche, el plan se llevó  a cabo. 

Enid lo seguía fiel, decidida. Azur aún se sentía extraño, había algo en su vida que no encajaba, que no terminaba de comprender. Quizá había sido por el echo de haberse mantenido tanto tiempo drogado. Enid parecía inquieta, cuando le preguntaba, ella respondía que no era nada. Supuso que la misión era lo que la preocupaba. por fin vengaría la muerte de su hermano. 

Al entrar en la casa, con el mayor de los sigilos, se dieron cuenta de que la seguridad era de chiste. En el jardín, no tuvieron problemas, no había cámaras, nada que controlase el área. Eso inquietó a Enid, pero no a Azur. Supuso que el verdadero sistema de seguridad los aguardaría en la casa. No fue así. Todo parecía haber sido desconectado de ante mano. En el gran salón principal, una tenue luz se encendió. Había un hombre muy anciano, vestido con galas lujosas pero sencillas. Los miraba con una sonrisa de bienvenida. Enid se antepuso a Azur con intención de protegerlo.

-Sentaros. Tengo mucho que contaros, y no queda muco tiempo. - Azur y Enid se miraron sorprendidos. Accedieron en silencio.
-No va a pedir ayuda.- Afirmó Enid algo extrañada.
-No.- Contestó el anciano sin prisa. 
-No va a suplicar por su vida.- Aseguró Azur aún más perplejo. 
-No. Hace mucho que deseaba tener la oportunidad de que todo acabase así. Tú, Azur, me has demostrado que eres capaz de cumplir con tu palabra. Me gustaría que Enid saliese con los códigos. Querida, tienes una misión que cumplir. Tened cuidado allí la seguridad es casi infranqueable. - Enid tomó los códigos que el anciano le tendía en una tarjeta de plástico. Azur y ella se despidieron con un beso apasionado. Ella desapareció. El viejo espero unos minutos y tras hacer a Azur sentarse en la silla, le reveló lo que desde hacía tanto tiempo había deseado hacerle saber. 

-Todas las revoluciones tienen su historia. Yo inventé este sistema infalible para controlar a las masas. Sin embargo, me fui dando cuenta con los años, que el sistema tenía fallos. Había un porcentaje de la población que resistía el fármaco. De modo que inventé el sistema del centro para Inadaptados. Después la academia para los jóvenes y adultos. Aún más, cuando los rebeldes empezaron a tratar inútilmente de resistir esta sociedad perfecta que creamos, supimos que hacer con los de la academia. Pero, todos tenemos secretos, todos hemos hecho cosas horribles. Yo me vi obligado a hacer algo horrible que consideraba bueno, cuando en realidad, lo que hice, fue hacer algo horrible sabiendo que lo era. Cree una sociedad sin libertad. Por desgracia, cree un hijo incapaz de adaptarse. Tú Azur. 
Entonces me di cuenta de que no podía permitir que llevase una vida como los demás. No podía. Alejado de ti. Ha sido mi pesadilla. No pude hacer nada cuando te condujeron abajo, al centro. Después, cuando acabaste en la academia, temía por ti. Pero yo ya había perdido el control de todo. A día de hoy, no soy más que un gobernador títere de mi propio invento.

-Mientes.- Siseo Azur enfadado sin creérselo. 

-No. Contaba con que no me creerías. Pensé que dejándote entrar y siendo sincero contigo me creerías. También puedo, si me permites, hacerte recordar todo. Todo.- Le tendió una pastilla. 
-Es mi último descubrimiento. - Azur, dudó. Finalmente la tomó. Al momento sintió una descarga invadir su cuerpo. Entonces, lo vio todo con nítida claridad. Él era su padre, de niño lo habían mandado al centro. Su hermano, Ghost, era idéntico a él en la actualidad. Recodó toda su vida con una nitidez asombrosa. 
-Te diré lo que va a pasar. Enid morirá esta noche salvando a la humanidad. Tú, volverás al pasado tras asesinarme para cuidar de ti mismo y de Enid para asegurarnos de que esto se hace realidad de nuevo. Cuando acabes, morirás para conseguir las claves de acceso que permitirá a tu grupo rebelde subir aquí, y así tu versión joven podrá venir a matarme y a Enid salvar la humanidad de la esclavitud. En la droga que te he dado, no solo recordarás sino que en poco tiempo, en cuanto la rabia por lo que te he hecho te consuma y me mates, te desmayarás y estarás en el centro para inadaptados años atrás, para cuidar de ti siendo un niño. Te recomiendo que uses los diarios para seguir paso a paso todo lo que debes hacer. 

Efectivamente, Azur estalló de ira. Lo mató al momento golpeándolo con el primer objeto que encontró a mano. Una estatua decorativa. El anciano falleció con una sonrisa en los labios. Al momento, mientras Azur gritaba el nombre de Enid y trataba de ponerse en contacto con ella para avisar del peligro, se desmayaba. 

Tal y como había predicho el viejo, Azur, se contemplaba al espejo del centro de inadaptados donde tenía una documentación falsa. Era un fantasma. Ghost. Según lo que encontró en sus nuevas dependencias, era instructor del centro de inadaptados. Mañana recibiría a un pequeño Azur recién bajado de arriba. El hijo secreto del gobernador. Después, de cuidarlo durante años, sería trasladado a la academia a cuidar de Enid y a entrenarla para llevarla con él a la resistencia y hacer todo lo que debía para conseguir las claves de acceso. Moriría allí. Luego Enid regresaría a la academia, para reunirse con su versión joven que había ido a la academia para tratar de buscar información sobre su muerte. Todo le parecía tan lógico ahora. Al menos, podría reunirse con Enid de nuevo. Podría estar con ella aunque no pudiese decirle quien era. Trataría de disfrutar de cada momento, antes de volver a perderla de nuevo. 



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