martes, 16 de mayo de 2017

Alma Azul (4)

Jueves

Hoy tiene muchas magulladuras por todo el cuerpo, hoy tiene el ánimo agitado, iracundo. Tiene un feo corte en diagonal sobre la ceja izquierda. Aunque está curada, como la mayoría de las heridas que tiene, se siente avergonzado y dolorido. Trata de adueñarse de la paz que lo había absorbido ayer.

Tenía que darle esa paliza. Quizá él esté herido pero al menos ella está bien. Cuando Enid aparece corriendo y preocupada por la puerta, se lanza sin miramientos a por él y lo abraza con lágrimas y el llanto abierto. Azur olvida su ira, se congela de la sorpresa. Lentamente responde y le corresponde.

Menos mal que estaba sentado sobre la silla. Sino se habría caído. Ella huele siempre a él, le recuerda a él, pero no es él. Es... es...
-No me des un susto así jamás, no puedo perderte de nuevo- Le reprende angustiada. Azur, respira como ella le enseño el lunes. Ella le imita. Juntan las manos deshaciendo el abrazo.
-Quiero dejar el programa-bufa de repente tratando de recuperar la paz que Enid siempre le da.
-No puedes. Pensaba que el programa lo era todo para ti- Enid se muestra confundida, inquieta.
-No. El programa lo era todo para él. Yo lo seguía porque él lo era todo para mí. Sin él, no quiero seguir. Este no es mi sitio. Si tu te vas, yo me marcho contigo. No he empezado la pelea. Ha sido ese imbécil, el que ha dicho que te marchabas. Se ha reído de ti. Solo llevamos cuatro días juntos y he avanzado contigo mucho más que con el otro. No quiero que venga otro. Te quiero a ti. A nadie más. Si alguien se ríe de ti. Si alguien te critica. No lo sé. No sé que sería capaz de hacerte si te hicieran algo. No quiero estar solo de nuevo Enid. No podría soportar que te marcharas.
-Pero que estás diciendo...- Azur cruza miradas con Enid. No hace falta decir nada. Enid acaba comprendiendo. Ambos saben lo que los conecta. Ambos saben que lo que los une ya no está. Ambos saben que ahora se tienen el uno al otro, como si fuese ese el legado de alguien a quien amaron tanto.

-Nunca dejan a nadie abandonar el programa. Podrán trasladarnos, pero nunca nos dejarán marchar. -La voz de Enid cobra una tristeza inusual, nostálgica. Azur trata de entender. Siempre supo que la muerte de su hermano había sido extraña.
-No hay nada más allá. Solo ciudades con gente vacía, sin alma, controlados por el sistema. Nos darán caza y nos eliminarán por el bien común.- Suelta Enid con una amargura en la voz aún más alarmante. Ahora, Azur solo se preocupa por lograr lo que desea, sin importarle demasiado lo demás.
-No necesitamos nada. Yo solo te necesito a ti y tu me necesitas a mí.
-Debo convencerlos de que te he aleccionado. Debemos convencerlos de que te arrepientes y que vuelves a estar bajo su control. Sino...- La voz de Enid tiembla de miedo. Azur va hacia el escritorio, saca un bote de pastillas.
-¿Te refieres a esto?- Enid palidece. Nadie quiere tomar esas pastillas. Nadie quiere ser un títere vacío. Nadie que haya nacido libre y sepa lo que es la libertad de conciencia.
-Esa sería una medida muy drástica. - En el acto Azur toma una sin miramientos, con una sonrisa pícara en el rostro.
-Cuida bien de mí hasta que regrese- Enid asiente asustada. Está vez no va a perderle de nuevo.

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